Cuánta brazada ciega,
el pabellón del aire al sur huyendo
como soplo de polvo o nieve o humo.
Cuánto mar agostado se retira
hacia sí y en sus aguas se resume
y se ahonda, y aún,
sobre el salino acíbar de las algas
que crecen en mi boca,
aún
el alma enciende un haz de sol perdido en sí,
soñando.
Autor: Felipe Fuentes García
He de confesar que me temo que en este enlace aparece un mero eco de la poderosa imagen móvil de tu poema:
ResponderEliminarhttp://labrapalabra.blogspot.com/2009_08_01_archive.html
me refiero al titulado ATENCION
Estimado Javier:
ResponderEliminarHe visitado "Labrapalabra" y el blog me ha resultado magnífico. En él, en "atención", vuelve el río a llevar sus caudalosas aguas:
los útiles informáticos al servicio de la poesía... Te doy las gracias por dejar tu huella en esta ribera.
Un gran abrazo.
Felipe.